La central nuclear de Almaraz está preparada para cualquier escenario, tanto para el cese de su actividad una vez que concluya la autorización vigente en 2027 y 2028, como para su continuidad a partir de esa fecha.
El director de la planta, Rafael Campos, ha confirmado que están trabajando ya en el escenario del potencial cese, realizando actuaciones con vistas al desmantelamiento de la planta, pero que seguirán manteniendo la actividad segura de la misma hasta el último megavatio hora. En caso de continuidad, serán las empresas propietarias las que decidirán si abren ese escenario o no, según el Plan Nacional de Energía y Clima del Gobierno. Campos ha añadido que en cualquier caso, Almaraz está preparada y modernizada y están invirtiendo en ella todos los años.
El cierre de Almaraz tendrá un impacto socioeconómico significativo en la zona de influencia de la planta y en la provincia de Cáceres, según el Estudio de Impacto Económico y Sociodemográfico presentado el pasado miércoles. En el peor escenario, la población activa disminuiría en un 36 % y los ayuntamientos dejarían de percibir casi el 60 % de sus ingresos totales, lo que obligaría a reducir plantillas, servicios municipales y aumentar tasas y precios públicos, lo que tendría un impacto en el empleo, servicios y calidad de vida y promovería la emigración. Además, el desmantelamiento de la planta apenas generaría empleo temporal y especializado.
Se insta a las administraciones a tomar conciencia, asumir responsabilidades, y a trabajar en una hoja de ruta participativa a medio y largo plazo para la zona, que incluya medidas al respecto.
Ver noticia en: El Economista y AMAC